miércoles, 25 de enero de 2012

Una noche distinta

De un tiempo a esta parte, las erecciones matutinas son cada vez menos frecuentes. Lo único positivo de esto, es que ya no llego tarde al trabajo. Así es, cuando tengo una erección, no puedo evitar masturbarme. Me gusta hacerlo al alba. Sin florituras. Simplemente, me hago una paja.

Es algo, que me gusta hacer independientemente que la noche anterior haya compartido alcoba con una mujer. Precisamente anoche, estuvieron a punto de alinearse los astros para que así sucediera, pero algo se torció.

Acababa de entrar, raro en mí, en un local en el que nunca había estado antes, ni del que siquiera había oído hablar. Estaba sonando un tema de Led Zeppelin. “Since I’ve been loving you”.
La camarera era bastante atractiva. Me gusta que me alegren la vista cuando estoy en la barra. No trato de ligar con ellas. Es una perdida de tiempo, y de dinero. Eso sí, las trato bien. Es un trabajo ingrato soportar a la pandilla de perdedores, que acuden al tipo de lugares que frecuento. Tampoco les exijo conversación. Sólo, que la copa esté siempre llena. Jack Daniel’s. Sin hielo.

El caso es, que se sentó a mi lado una chica. No era deslumbrante. Esa clase de chicas, no tienen la paciencia suficiente para tratar de conocer a un tipo como yo. No es que fuera fea. Pero, tampoco guapa. Se podría decir que era resultona. Incluso atractiva. Eso sí, tenía una sonrisa de lo más agradable. Me gustan las chicas con una sonrisa bonita. Y un buen culo.

Comenzamos a hablar. De fondo sonaba “Sweet Talker”, del disco Ready an’willing, de Whitesnake. Es uno de esos álbumes, que conviene tener dos copias. De esa manera, te aseguras llevar siempre una en el coche.
Desde un primer momento me hizo sentir especialmente cómodo. Le gustaba hablar, y lo hacía muy bien. No trataba de impresionarme, pese a que era, de forma notoria, mucho más culta que yo. Hacía referencia a aspectos de la vida que a mí nunca me importaron una mierda, pero que narrados por ella, resultaban fascinantes. Y si yo soltaba un disparate, ella se limitaba a reír, y decirme lo bien que lo estaba pasando. Encantadora. Musicalmente, se decantaba por esos grupos a los que tanto les gusta fusionar estilos. Ahí, me armaba de paciencia para asentir con naturalidad, y más, cuando pretendía recomendarme alguno de ellos. Cuando le hablaba de rock&roll, de los clásicos, se mostraba de lo más receptiva. Daba la sensación que, cualquier cosa que salía por mi boca, era motivo de celebración. Aprovechaba esos momentos para adularla de modo generoso, lo que le satisfacía sobremanera. La velada fluía sorprendentemente bien.
No puedo olvidarme del tipo que había en la cabina de música. No dejó de pinchar, uno tras otro, temas de Kiss, T.Rex, Cinderella, Slaughter, Mötley Crüe, Junkyard, Skid Row... De vez en cuando le decía a la camarera que le sirviera un trago, y él me lo agradecía pinchando “Jump” de Van Halen ó “Long live rock&roll” de Rainbow…La noche prometía.

Mi erección, era cada vez mayor. Hacía ya rato, que no evitábamos el contacto en ningún momento. No podía evitar mirarle las tetas con descaro, y a ella le encantaba. Se le marcaban los pezones de un modo exagerado. Estaba seguro que podían salir despedidos de un momento a otro. Debía ponerme a cubierto. Nunca he leído nada acerca de alguien herido por impacto de pezón, pero ¡qué sé yo! ¡Santo Dios, qué cachondo estaba! Era el día de desplumar a la banca. Sí, señor. Estaba en racha. “Damas y caballeros, hagan sus apuestas” “No va más” “And the winner is...”. Nada podía fallar. Así que, me acerqué lo bastante como para, sin apenas rozar sus labios, meterle la mano entre las piernas. Tanto su postura en la banqueta, como su vestido, me lo permitieron sin ninguna dificultad. Tenía la piel especialmente suave. No recuerdo haber tocado unas piernas más duras en toda mi vida. Subí la mano suavemente. Con decisión, hasta rozar ligeramente su… pero, ¿qué coño…?¡¡Qué demonios era eso!!¡Hijo de perra!

Debía tranquilizarme. Eché un trago. A un amigo mío le había ocurrido algo parecido unos años atrás. Además, siempre pensé que frecuentando los tugurios a los que voy, podría haberme ocurrido algo parecido, una noche cualquiera. Maldita sea. Y el caso es, que no me considero especialmente exigente con las mujeres. Pero las prefiero sin polla. Una lástima. Había sido una gran noche. No había bebido sólo.
Mi erección seguía en pie de guerra. Imagino que la presión a la que había estado sometida toda la noche, no era fácil de mitigar. Me tenía un tanto descolocado. Supongo que aún no se habría percatado del hallazgo.

Acabé la copa. Traté de excusarme lo más cortésmente que pude, y desaparecí. Sonaba “Dude (looks like a lady)” de Aerosmith.
Ese pinchadiscos...Qué cabronazo.


5 comentarios:

  1. Grande!!! Pero venga muchacho, no seas tímido, todo vale cuando el hambre aprieta... o no.
    O como decía Lemmy: "Si él ha tenido los cojones de operarse, yo tengo cojones de liarme con ella".
    Suerte!!

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  2. Doctor...eres un francotirador disparando frase tras frase, sobria y certeramente. Sus relatos me parecen peligrosamente tentadores y adictivos.

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  3. Qué maestría, hasta yo he pegado un brinco en el sofá mientras leía el relato al descubrir la sorpresita....muy bueno!
    Me encanta el color de serial que están tomando tus escritos, "doctor, doctor". Espero ya con ganas una tercera entrega!

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  4. Después de la 4 de la mañana...., si es mujer mejor.

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  5. Me gusto sentir como tus dedos rozaban la punta de mi.... Guapo ;)

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