domingo, 27 de mayo de 2012

¿Elemental mi querido Watson? (III).



   Sherlock Holmes nació un 6 de enero del año 1.854, en el seno del  matrimonio entre Siger Holmes y Violet Sherrinford, siendo el último de tres hijos, el mayor se llamó Sherrinford, el segundo Mycroft, del que más tarde hablaremos, nuestro misterioso hombre fue bautizado como William Sherlock Scott Holmes, William Sherlock fue a propuesta del padre ya que admiraba desde hacía mucho a ese teólogo del siglo XVII, la madre le añadió Scott ya que Sir Walter era su escritor favorito.
  
Siger Holmes había servido en el ejército, destinado en la India con el grado de teniente de caballería, un accidente le llevó de vuelta a Inglaterra, donde tras la muerte de su hermano heredó la Hacienda que la familia poseía en Yorkshire, condado del norte de Inglaterra, y al poco, se casó con Violet, hija de un militar famoso por sus actividades como naturalista y explorador, y de una mujer arraigada en el mundo artístico y bohemio de París, ya que era hermana de Emile Jean Horace Vernet e hija de Carle Vernet, ambos distinguidos artistas franceses.
 
La infancia de Sherlock fue muy diferente a la de cualquier niño inglés de su condición. El padre, hombre instruido, se cansó de la zoquetería reinante en un rural condado inglés, y junto a toda la familia emprendieron viaje al continente donde permanecerían en la pequeña ciudad francesa de Pau hasta 1.858, año en que se instalaron en Montpellier, donde habían fijado su residencia muchos de los parientes de la madre de Sherlock, los Vernet.
 
La enfermedad y muerte del abuelo paterno hizo volver a toda la familia a Inglaterra, y fue en 1.860 cuando embarcaron hacia Rotterdam en un periplo viajero que duró cuatro años, recorriendo toda Europa y dejando una indeleble huella en el joven Sherlock, el cual, en cierto modo se convirtió en europeo, ese ser civilizado que la sociedad occidental todavía no ha conseguido producir en grandes cantidades. El niño, siempre en compañía de sus padres y hermanos, que, cada uno a su manera, eran grandes enamorados de todo lo bello y sublime, forjó una personalidad que quedó marcada desde entonces.
 
Poco más tarde Sherlock enfermó en varias ocasiones, tras visitarlo varios médicos diagnosticaron que se trataba de un niño de salud delicada, a lo que el rudo padre respondió inscribiendo a su hijo a una escuela de boxeo y a las clases de uno de los mejores entrenadores de esgrima de Europa, el Maitre Alphonse Bencin. Adquirir estas dos habilidades fue clave en el posterior desarrollo de su profesión.

  Pasaron los años, en los cuales Sherlock, además de boxear y pelear con el florete se dedicó, principalmente, a observar; absolutamente todo lo que le rodeaba en cualquier lugar y momento, y a leer; absolutamente todo lo que le cayera en las manos, hasta que en 1.872 ingresó en la Universidad de Oxford, y fue aquí donde descubrió que a otras personas les parecía muy notable su habilidad para la observación y su facilidad para la deducción. Años más tarde, en un artículo dirigido a aquellos que quisieran agudizar sus poderes de análisis y deducción, SH escribió: "El investigador debe empezar por dominar problemas elementales. Empiece, siempre que es presentado a otra persona, por aprender a leer de una sola ojeada cuál es el oficio o profesión que ejerce. Aunque esta prueba pueda parecer pueril, lo cierto es que agudiza las facultades de observación y enseña en qué cosas hay que fijarse, qué hay que buscar. La profesión de una persona puede revelársenos con claridad por las uñas de sus dedos, por la manga de su chaqueta, por su calzado, por las rodilleras de sus pantalones, por las callosidades de sus dedos índice y pulgar, por su expresión o por los puños de su camisa. Resulta inconcebible que la acumulación de todos estos datos no llegue e informar al observador competente".

  En Oxford Holmes estudió asignaturas de química y medicina, (en este segundo caso principalmente relacionadas con la anatomía), aunque no terminó ninguna de las dos carreras, ni tenía interés en hacerlo, tan sólo estaba adquiriendo conocimientos para desarrollar lo que sería su profesión, detective consultor, profesión en la que se iniciaría en el año 1.877, abriendo su primera consulta en Montague Street, ya en Londres, donde alquila habitación y despacho. A esta época pertenecen los casos, el Ritual de los Musgrave,(donde además de desapariciones y enajenaciones, aparece involucrada la Corona británica) o la aventura del vampiro de Sussex, (donde Holmes investiga el extraño y terrorífico hecho en el cual una madre bebe la sangre de su bebé).

  Más tarde Holmes se trasladaría a su mítica residencia ubicada en el 221B de Baker Street, junto con el no menos mítico doctor del ejército John Watson, pero esta historia, queridos lectores, es merecedora de un artículo propio.

Camarada Lester.

  
 

 

6 comentarios:

  1. Me encanta!! Gracias Camarada, como siempre, es un placer leerte. Un saludo.

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  2. Estoy muy agradecido por tu comentario, me alegro de que te guste.

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  3. Cuánta sabiduría, Camarada!!!!
    La verdad es que Holmes es un personaje imperecedero, un icono gigante...
    Por cierto, conoces la miniserie británica sobre Holmes ambientada en la actualidad? No está nada, nada mal.

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  4. Pero entonces, existió o no existió Sherlock Holmes??

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  5. Chris es un honor recibir esas palabras de tí.Holmes y todo lo que significa han formado parte de mi vida y, por eso, consideraba justo rendirle un, aunque sea, humilde homenaje. Respecto a la serie, da la casualidad que este domingo ví el primer episodio y no creo que tarde en terminarla, creo que me va a gustar mucho, de hecho verla fue lo que me motivó para escribir el presente artículo, porque, la verdad, estaba bloqueado desde el último y no sabía como continuar la apasionante y verdadera historia de nuestro querido detective.

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  6. Por supuesto que sí, en el siguiente artículo aportaré,(si es que no han habido ya suficientes),pruebas irrefutables para demostrarlo. Sherlock Holmes es un personaje, al contrario de lo que se cree, histórico y no de ficción.

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